jueves, 5 de julio de 2007

Sin barreras

En este capitulo de mi vida, sucedieron cosas muy lindas, que me hicieron reflexionar con respecto al valor que tienen las familias bien constituidas en este mundo. Era primavera del año 2002, yo estaba a punto de recibir mi confirmación, en ese tiempo, de preparación para este sacramento, los monitores, junto con la iglesia y nosotros realizábamos, “caravanas de la solidaridad”, esto significaba, que todos los últimos días del mes, debíamos tener en una canasta, con ropa y alimentos, pero la meta de esto, era tenerla llena, para que el sacerdote la bendiciera, y así llegaran los alimentos y las ropas purificadas. Esto se trataba de hacer el bien y no el mal, pero además para mi como ser humano significaba un poco más que entregárselos y punto. La caravana, eran varios autos, los cuales sus dueños eran participantes de la iglesia, que los domingos de cada fin de mes se comprometían a decorar sus autos, y pasearse por la comunidad placerina, haciendo que los vecinos se interesaran en este lindo acto. La Iglesia Nuestra Señora de Lourdes del Cerro Los Placeres, me ayudó en el sentido de mirar alrededor y saber que no estaba sola y me enorgullece, por el hecho de ser ahora una persona observadora y que tiene una mentalidad abierta a cualquier situación diversa que se presente en la vida. Volviendo al tema de ese día, cuando decidí acompañar a estos monitos y sacerdotes a dejar las ropas y alimentos a gente de escasos recursos del cerro, gente que vivía en las palmas, en esas quebradas tan peligrosas, pero que tanto valora la gente que se esforzó para construir esas casas. Cuando comenzamos la caravana, sentí en mi, satisfacción por que presentí que tenía una misión, y era exactamente “dar sin recibir”, (sin desprestigiar ninguna opción religiosa), siempre hay algo que no me gusta de estas cosas, no podía ser perfecto, en el momento de entregar estas cosas a la gente de una cierta población, miro hacía el frente, y vi a unos niños, de más o menos 4 y 12 años de edad, ambos varones, los que miraban atentos las caravana, caminé hacía mi monitor, y le hablé sobre la casa de enfrente, que faltaba entregar cosas, entonces el me respondió que en esa casa no, por que se estaba cayendo a pedazos, y además la madre de esos niños nunca estaba. Ósea esos niños vivían solos, por esto ellos no iban a entregarles nada, en ese minuto, sentí que todo lo que me habían enseñado en la iglesia, fue un verdadero fracaso, y lo primero que hice fue avisarle al Sacerdote que en una casa no entregaban la ropa y los alimentos, por los motivos que me había dado el monitor, el me respondió lo mismo, siendo un sacerdote, que lo respeto, pero lamentablemente, dejé de creer en el y en muchos otros. M e devolví, y caminé hacía esa casa, luego un compañero de confirmación me dijo que escuchó todo y le pareció mal, me acompañó a donde los niños, cuando nos acercamos, nos dimos cuenta que nuestra vida era afortunada, comenzamos a hablar con ellos, el mayor que tenía 12, me comentó que cuando nació su hermano menor, tuvo que abandonar la escuela por que su mamá debía trabajar para darles comida a ellos, a su edad el debió estar en 6º básico mas o menos, se había perdido 3 años de educación, mientras el más chico jugaba con mi compañero, y apenas hablaba, eso que tenía 4 años. Mi compañero se acerca a mi, y me dice que vayamos a buscar algo para dejarles, y le comenté que sería difícil en ese momento, así que decidimos, despedirnos de los niños y les prometimos que volveríamos para entregarles libros, ropa, y alimentos. Llegó el día de confirmarnos, cuando me tocó recibir el sacramento, le comenté al Obispo Gonzalo Duarte, que después me regalara un rato para conversar sobre un tema que me preocupaba, hablamos luego de la ceremonia, junto con mi compañero que era el único que me apoyaba y que también se sentía molesto por aquella actitud de dos servidores de la iglesia. En conclusión el Obispo nos bendició, y nos prometió que sus asistentes nos acompañarían a Colegios del cerro para recolectar libros que ya no se usen, y ropa, y nosotros cooperábamos con alimentos, a través de rifas, y cooperaciones de los vecinos que vivían cerca de mi casa. El gran día llegó, mi compañero, y yo estábamos agotados pero pudimos llegar al sector donde no entregaron cosas, que era justamente la casa de esos niños, y 2 más que estaban al lado, y que también habían hartos niños y niñas, luego de haber entregado las cosas a las tres casas que dejaron sin caravana de la solidaridad, mi compañero me dice que vayamos a visitar a los niños antes de irnos, nos dirigimos hacía la primera casa, que según nuestro monitor se estaba cayendo, nos atendió la mamá, que ese día no pudo ir a trabajar por que estaba enferma de una pierna, nos miraba con cara de signo de interrogación, nos pregunta, quienes somos, y les respondemos, “Amigos”, como los niños ya nos conocían, ella nos dejó pasar, conversamos un largo rato, y le dije que le traía a Felipe, de 12 años, libros, cuadernos, lápices de colores, gomas, tijeras etc., para que pudiera seguir estudiando en casa mientras ella trabajaba, Felipe, nos abrazó y nos dijo que su sueño era volver a la escuela, yo le prometí que iba a conversar con algunas personas para ver que hacíamos con sus estudios, pero mientras le comenté que sería bueno ejercitar, la escritura, la lectura y el dibujo, la mamá, que se llama Johana, me agradeció, y me dijo que su anhelo era que Felipe, pudiera seguir estudiando y surgir, pero en la situación que estaban, no se podía, bueno a Jonathan, que era el bebe de la casa, también le dejamos lápices, cuadernos, etc. Los alimentos se los entregamos a Johana, que eran pocas cosas, pero para empezar la semana y llegar al fin de semana estaba muy bien, le pasamos, (leche, mantequilla, galletas, pan, varios yogurt, manzanas, plátanos, papas, cebollas, ajo) jugos, fideos y también le entregamos de parte nuestra unas “lucas”, para que se comprara algo en la farmacia, ya que su pierna estaba de color casi morada, por lo que vimos parecían varices salidos hacía afuera, era peligroso, ella nos exclamó que su trabajo era estar de pie todo el día y que el dinero solo le alcanza para la comida justa de los niños y un poco para ella, al terminar el día, nos despedimos, y les prometimos que al otro domingo íbamos a visitarlos, para ver como estaban, en esa semana hicimos lo mismo con mi compañero, recolectamos ropa, alimentos, recursos materiales, (cuadernos viejos, libros, lápices, etc.), volvimos al otro fin de semana, para ver como estaban, les dejamos algunas cosas, y visitamos las otras dos casas. En la semana volvimos hacer lo mismo con mi compañero, y la otra semana, hasta que, un día domingo como siempre, llegamos a la población y las tres casa no estaban, ni siquiera pudimos despedirnos de los niños, hasta el día de hoy no hemos podido saber donde los habrán enviado, cuando vimos el terreno vacío, nuestros corazones se recogieron de tanta pena, por que no sabíamos como estaban y donde estaban. Nos devolvimos a la iglesia, nos abrazamos con mi compañero, y conversamos, que habíamos echo algo bueno y que debíamos seguir adelante, quizás ellos están bien, cuando en frente de nosotros se para el monitor, y nos dice, que en el terreno donde estaban las casas, se construiría un pequeño templo para que esas personas que ayudaban en la caravana, que eran aquellas que no estaban hacía la quebrada, pudieran ir a rezar, no nos molestó, eso, solo que la manera en que lo dijo, fue como decir, “sabemos lo que han estado haciendo este tiempo”, nosotros suponemos que fueron personas que ayudaba la caravana, a lo mejor cometimos un error en tomarnos la solución, pero realmente era nuestra intención de tomar en cuenta a todos y no algunos, por esto creo que mi compañero y yo estamos en el mundo de la pedagogía, el en un año más se gradúa de Profesor básico en la Universidad Católica de Valparaíso, y yo también estoy a punto de egresar, y con muchas ganas de seguir aprendiendo cosas nuevas, ojala pudiera verme con aquel compañero, y recordar esa experiencia, que nos abrió los ojos hacía otro mundo, al que todos queremos vivir, un mundo solidario, comprometido y lleno de oportunidades.
Katia Choupay.

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